Una empresa comercial del siglo XX debía tener –al menos, una identidad Corporativa que se componía de un logo, slogan, fuente tipo, y una combinación de colores clasificados bajo un número universal ó Pantone (Mr).Esta tarea era asignada a un diseñador gráfico que más bien intentaba darle gusto al cliente con una imitación de alguna compañía adaptada al caso.
Con este material se pintaban la fachada, los autos, se identificaban los uniformes y se mandaban a imprimir tarjetas de presentación y la papelería membretada, todo para darle una continuidad a la imagen de la empresa y con esto, crear una sensación de solidez o al menos de seriedad, pues se presumía que si alguien había invertido en estos elementos subjetivos era porque intentaba tener una empresa seria que planeaba sus operaciones y cumplía con sus compromisos.
Una empresa comercial del siglo XXI, además de contener esos elementos, tiene que invertir una buena dosis de energía, recursos y creatividad en el factor más diferenciador entre una EMPRESA de ÉXITO y una destinada al fracaso. Esa pieza preciosa es LA CONSISTENCIA con la que nuestra oferta enfrenta al mercado. Debemos ofrecer lo mismo siempre y en todo lugar, deberemos ser 100% predecibles ante el cliente. Lo que produce LA CONSISTENCIA en el consumidor es CONFIANZA, y esto es lo que todos buscamos y compramos: confianza, en que recibiremos por lo que estamos pagando, -al menos, o tal vez mejor.LA CONSISTENCIA produce utilidades a través del tiempo, ¿Qué más podemos desear?, para eso tenemos la empresa o negocio.