Cuando arribaron los extranjeros a los EEUU en el siglo 19, en general venían familias completas huyendo de las guerras de sus países de origen. Eran tiempos muy rudos en los que era indispensable la unidad familiar para sacar fuerzas y sobrevivir, había entonces un sentido por el valor de las cosas. Mucho se apreciaba tener carbón para protegerse del frío, los escasos alimentos eran cuidados hasta la última de sus partes, todo era difícil y muy caro de conseguir.
Las esposas se entregaban más allá de sus fuerzas para que su esposo no faltara al trabajo por ningún motivo, y si eran emprendedores se desvivían por atender el negocio, a su esposo y a sus hijos también. Si llegara a faltar el padre ellas lo continuaban sin problema porque lo conocían al 100%.A la fecha las cosas mucho han cambiado, y lo mas común encontrar es que si el esposo tiene un negocio propio, la esposa se emplee en otro lugar, pues hay quienes argumentan la “salud mental” al estar separados todo el día, mientras otros confiesan que lo hacen “por si algo les sale mal en el negocio”; hay otras esposas mas listas que ni están en el negocio del esposo ni se emplean ni atienden a sus hijos, se la pasan….no lo sé…Sin embargo, quien se ha lanzado en serio a ser empresario independiente, es de suma importancia que la esposa participe de manera decidida en su negocio, en el que se sigan horarios, reglamentos y funciones bien definidas como cualquier otro colaborador, aunque goce naturalmente de las prerrogativas de ser dueña copropietaria.
Esto hará que también los hijos sean dueños capacitados y algún día tomen la dirección de la empresa. Por otro lado, en la eventualidad de que llegue a faltar el esposo, ella sabrá tomar el timón en sus manos y salir adelante, se habrá hecho señora y dueña de su empresa, pero si no sabe nada, lo mas probable es que pierda todo el esfuerzo y lo ganado por su esposo Para ella y sus hijos.